Somos testigos del complicado panorama ocasionado por el COVID-19 que afecta a todos los peruanos sin distinción. Los esfuerzos desplegados por el gobierno para hacer frente a la  pandemia  destinando importante cantidad de recursos humanos y financieros, definitivamente causarán un  fuerte impacto en nuestro sistema de salud, considerando que, inicialmente se planificó asignar un presupuesto para la cobertura universal en salud de casi cuatro millones de peruanos de bajos recursos.

Empecemos analizando la situación del sector antes del inicio de la pandemia. Antes de la propagac10n del virus hacia nuestro país se destinó para el sector salud el 10.4% del presupuesto público, cifra que representa solo el 2.2% del PBI (Producto Bruto Interno), la cual se encuentra muy por debajo a la de otros países de la región y muy lejos del 6% sugerido por la Organización Panamericana de la Salud (OPS) en el 2014.

La OPS publicó un informe en el 2019  donde recordaba a los países de América Latina con algún crecimiento económico  que  se comprometían  a elevar al 6% del PBI el gasto en salud solo con crecimiento económico a fin de asegurar la cobertura universal de salud. No obstante, la calidad de la salud para  todos los   ciudadanos   no   puede   ser garantizada  con cifras de gasto en salud correspondientes al porcentaje del PBI. La Organización Mundial de la Salud (OMS), señala que Costa Rica y Cuba muestra una correlación positiva  entre  gastos  y  resultados,  mientras  que Brasil y Paraguay destinan el 8.9% de su PBI, pero aún se encuentran  lejos de lograr  la cobertura  esperada. En el caso peruano, no se encuentra correspondencia entre el gasto público y buenos resultados.

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